7 de marzo 2022
CIUDAD DE MÉXICO, 14MARZO2022.- Hace más de 500 años, en la cúspide de su poderío, los mexicas crearon una de sus más elaboradas ofrendas, combinando elementos terrestres como una figurilla de copal y el cuerpo de un jaguar armado con un atlatl –propulsor de dardos–, junto a un sinfín de organismos marinos: corales, peces globo, caracoles y estrellas de mar, cuyos vestigios arqueológicos son investigados desde 2019 por la Secretaría de Cultura federal, a través del Proyecto Templo Mayor (PTM), del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). La abundancia de esta ofrenda, identificada con el número 178, no solo la coloca como la de la mayor cantidad de estrellas de mar de todas las descubiertas en el antiguo Recinto Sagrado de Tenochtitlan, con 164 contadas, hasta ahora, sino que también representa un caso único de conservación de uno de estos equinodermos que, de manera similar a un fósil, preserva su forma casi intacta, pese el paso del tiempo. Descubierta en el edificio circular conocido como Cuauhxicalco, a finales de 2021, por el arqueólogo Miguel Báez Pérez y el especialista Tomás Cruz Ruiz, el más experimentado trabajador del PTM, la estrella de mar, de la especie Nidorellia armata –conocida coloquialmente como “chispas de chocolate” por el parecido que tiene su coloración amarillenta con puntos oscuros con una galleta con chispas de chocolate– es resultado de afortunadas casualidades. FOTO: INAH/CUARTOSCURO.COM
Autor: INAH
ID: 863431