18 de enero 2021
CALPULALPAN, TLAXCALA, 18ENERO2021.- En Izcalli, mes culminante del calendario mesoamericano, el pueblo acolhua de Zultépec, aliado de la Triple Alianza, celebró por última vez los rituales en honor al dios viejo, Xiuhtecuhtli; en ese lapso, correspondiente a parte de enero y febrero de 1521, sus pobladores ya sabían que se aproximaba la revancha por la captura que habían hecho de una caravana española, parte de la expedición de Pánfilo de Narváez en su encomienda de aprehender a Hernán Cortés. Es probable que en esas fechas fueran sacrificados los últimos cautivos de 450 —entre hombres, mujeres y niños europeos, taínos de las Antillas, tlaxcaltecas, totonacos, mayas, mestizos, mulatos y zambos— que fueron ofrendados a las divinidades prehispánicas en el sitio, a lo largo de ocho agónicos meses. Razón por la que el “Cerro de las codornices” comenzó a ser nombrado en náhuatl como Tecoaque, “donde se los comieron”. Así como ha hallado contextos relacionados a este cautiverio, el equipo multidisciplinario del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que trabaja en esa zona arqueológica, también ha encontrado testimonios de la contraparte de la historia acaecida hace cinco siglos, cuando el alguacil mayor Gonzalo de Sandoval asoló esta población, por orden de Cortés. El director del sitio, Enrique Martínez Vargas, indica que Zultépec-Tecoaque jugó un doble papel en la historia: fue un punto de resistencia a la avanzada española y de sus aliados indígenas y, a su vez, de inicio de la conquista de México-Tenochtitlan, por lo que es particularmente significativo en este 2021 que se conmemoran 500 años de la caída de la capital tenochca. FOTO: INAH/MELITÓN TAPIA/CUARTOSCURO.O
Autor: INAH
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