17 de enero 2020
CUATRO CIÉNEGAS, COAHUILA, 06ABRIL2020.- En los cañones que se abren como agrestes heridas del semidesierto, abrigos rocosos y peñas solitarias se levantan como altares de un tiempo ancestral, suspendido en las altas montañas que custodian Cuatro Ciénegas. Ese mundo de fósiles vivientes, es también un santuario rupestre, el cual, con el viento calmo, trae el eco de antiguos hombres y mujeres que fueron domados por la aridez y tejieron una cultura alrededor de ella. Abriéndose camino entre susceptibles cardos y otras puntillosas plantas, desde hace poco menos de dos décadas el investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Yuri de la Rosa Gutiérrez, ha trepado esas paredes y detenido en lechos extintos, para registrar a conciencia cada uno de los motivos pintados sobre rocas hace siglos, los cuales en conjunto evocan una ritualidad marcada por los ciclos de la naturaleza. Bajo uno de los abrigos del Cañón de La Lagartija, el primer sitio al que fue comisionado para su inventario —por su entonces directora de proyecto Leticia González Arratia—, el arqueólogo del Centro INAH Coahuila va trazando el mapa del santuario antiguo que es Cuatro Ciénegas, un valle localizado al centro de la entidad, el cual forma parte de la red mundial del Programa “El hombre y la biosfera”, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). foto: INAH/MAURICIO MARAT/CUARTOSCURO.COM
Autor: INAH
ID: 753435