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CUERNAVACA, MORELOS, 18MAYO2024.- Vida cotidiana en la calle Aragón y León en el centro histórico de la capital; esta calle es reconocida como lugar donde se ejerce la prostitución y venta de drogas. En la imagen una prostituta (de espaldas a la cámara) espera clientes fuera de un hotel en la calle referida. FOTO: MARGARITO PÉREZ RETANA/CUARTOSCURO.COM
Trabajadoras sexuales marcharon por las calles del Centro Histórico exigiendo alto a las extorsiones y respeto para quienes ejercen este oficio.
Trabajadoras sexuales marcharon por las calles del Centro Histórico exigiendo alto a las extorsiones y respeto para quienes ejercen este oficio.
Trabajadoras sexuales marcharon por las calles del Centro Histórico exigiendo alto a las extorsiones y respeto para quienes ejercen este oficio.
Trabajadoras sexuales marcharon por las calles del Centro Histórico exigiendo alto a las extorsiones y respeto para quienes ejercen este oficio.
Trabajadoras sexuales marcharon por las calles del Centro Histórico exigiendo alto a las extorsiones y respeto para quienes ejercen este oficio.
Trabajadoras sexuales marcharon por las calles del Centro Histórico exigiendo alto a las extorsiones y respeto para quienes ejercen este oficio.
Trabajadoras sexuales marcharon por las calles del Centro Histórico exigiendo alto a las extorsiones y respeto para quienes ejercen este oficio.
Elena, es una mujer transexual, tiene 35 años, ella se dedico al trabajo sexual desde que su madre falleció. Ella cuenta siempre ha sufrido discriminación por ser una mujer trans y trabajadora sexual, cuando comenzó la pandemia ya no ganaba como antes, ahora trabaja diez horas y termina muchas veces su día en la madrugada, paga $300 pesos por cada vez que ocupa un cuarto de hotel. Solicitó las tarjetas verdes, como apoyo a las trabajadoras sexuales, pero expresa que los mil pesos que depositaban al mes no le alcanzaba para solventar sus gastos y después de ir a varias Asociaciones Civiles, encontró apoyo en Brigada Callejera y ahora forma parte del Curso de Enfermería, en el que desea obtener su certificado como Auxiliar de Enfermería y poder encontrar trabajo en el que pueda dejar el trabajo sexual y dedicarse por completo a este oficio, "Te humaniza, sensibiliza y te cambia la forma de pensar", expresa
Elena, es una mujer transexual, tiene 35 años, ella se dedico al trabajo sexual desde que su madre falleció. Ella cuenta siempre ha sufrido discriminación por ser una mujer trans y trabajadora sexual, cuando comenzó la pandemia ya no ganaba como antes, ahora trabaja diez horas y termina muchas veces su día en la madrugada, paga $300 pesos por cada vez que ocupa un cuarto de hotel. Solicitó las tarjetas verdes, como apoyo a las trabajadoras sexuales, pero expresa que los mil pesos que depositaban al mes no le alcanzaba para solventar sus gastos y después de ir a varias Asociaciones Civiles, encontró apoyo en Brigada Callejera y ahora forma parte del Curso de Enfermería, en el que desea obtener su certificado como Auxiliar de Enfermería y poder encontrar trabajo en el que pueda dejar el trabajo sexual y dedicarse por completo a este oficio, "Te humaniza, sensibiliza y te cambia la forma de pensar", expresa
Elena, es una mujer transexual, tiene 35 años, ella se dedico al trabajo sexual desde que su madre falleció. Ella cuenta siempre ha sufrido discriminación por ser una mujer trans y trabajadora sexual, cuando comenzó la pandemia ya no ganaba como antes, ahora trabaja diez horas y termina muchas veces su día en la madrugada, paga $300 pesos por cada vez que ocupa un cuarto de hotel. Solicitó las tarjetas verdes, como apoyo a las trabajadoras sexuales, pero expresa que los mil pesos que depositaban al mes no le alcanzaba para solventar sus gastos y después de ir a varias Asociaciones Civiles, encontró apoyo en Brigada Callejera y ahora forma parte del Curso de Enfermería, en el que desea obtener su certificado como Auxiliar de Enfermería y poder encontrar trabajo en el que pueda dejar el trabajo sexual y dedicarse por completo a este oficio, "Te humaniza, sensibiliza y te cambia la forma de pensar", expresa
Kathy, de 47 años, comenzó el trabajo sexual desde los 24. Ella es madre soltera de una joven de 28 años, paga medicamento psiquiátrico y vitaminas propios que le generan gastos mayores. Al inicio la pandemia, solicitó la tarjeta verde que el Gobierno prometió como ayuda para las trabajadoras sexuales y expresa "No hubo depósito, el mundo se podía paralizar, pero el hambre no se paraliza". Ella exige que las autoridades las deben apoyar con Seguro Social, "No somos de hule, tenemos necesidades, somos seres humanos y tenemos derechos, los clientes muchas veces piden fantasías tontas y nosotras terminamos haciendo una labor social". Además de estar parada bajo el sol ocho horas, cuenta que debe pagar $150 pesos por cada ocasión que ocupa un cuarto en el hotel, así como condones y su comida, "si es de la cintura para abajo cobró $250 y si es cuerpo completo son $400". Ella también vende ropa a las compañeras, pero añade que la crisis económica se ve reflejada también como trabajadora sexual y comerciante porque no hay clientes, ni dinero para que le compren mercancía
Kathy, de 47 años, comenzó el trabajo sexual desde los 24. Al inicio la pandemia, solicitó la tarjeta verde que el Gobierno prometió como ayuda para las trabajadoras sexuales y expresa "No hubo depósito, el mundo se podía paralizar, pero el hambre no se paraliza"
Sandra tiene 45 años, es trabajadora sexual desde hace 20 años. Ella mantiene a su familia y paga los medicamentos de su mamá porque padece la enfermedad de Parkinson. Cuando inicio la pandemia sólo pudo dejar de trabajar un mes debido a la cuarentena, pero al agotarse sus ahorros, tuvo que regresar a trabajar a las calles entre semana en un horario de 1 a 8 de la noche aproximadamente y los fines de semana le ayuda a su hermana en un puesto de comida para generar más ingresos. Sandra platica que la situación cada vez es peor y no hay tantos clientes como antes y que ha pesar de tener dos ingresos económicos a veces no le alcanza para solventar los gastos que cubre para su mamá, papá, hermana y tres sobrinos. Ella ha asistido a las actividades, cursos y atención médica y ginecológica que ofrece Brigada Callejera durante diez años
Sandra tiene 45 años, es trabajadora sexual desde hace 20 años. Ella mantiene a su familia y paga los medicamentos de su mamá porque padece la enfermedad de Parkinson. Cuando inicio la pandemia sólo pudo dejar de trabajar un mes debido a la cuarentena, pero al agotarse sus ahorros, tuvo que regresar a trabajar a las calles entre semana en un horario de 1 a 8 de la noche aproximadamente y los fines de semana le ayuda a su hermana en un puesto de comida para generar más ingresos. Sandra platica que la situación cada vez es peor y no hay tantos clientes como antes y que ha pesar de tener dos ingresos económicos a veces no le alcanza para solventar los gastos que cubre para su mamá, papá, hermana y tres sobrinos. Ella ha asistido a las actividades, cursos y atención médica y ginecológica que ofrece Brigada Callejera durante diez años
Sandra tiene 45 años, es trabajadora sexual desde hace 20 años. Ella mantiene a su familia y paga los medicamentos de su mamá porque padece la enfermedad de Parkinson. Cuando inicio la pandemia sólo pudo dejar de trabajar un mes debido a la cuarentena, pero al agotarse sus ahorros, tuvo que regresar a trabajar a las calles entre semana en un horario de 1 a 8 de la noche aproximadamente y los fines de semana le ayuda a su hermana en un puesto de comida para generar más ingresos. Sandra platica que la situación cada vez es peor, no hay tantos clientes como antes y que ha pesar de tener dos ingresos económicos a veces no le alcanza para solventar los gastos que cubre para su mamá, papá, hermana y tres sobrinos. Ella ha asistido a las actividades, cursos y atención médica y ginecológica que ofrece Brigada Callejera durante diez años
Trabajadoras sexuales asisten al Curso de Enfermería que ofrece Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer "Elisa Martínez" A.C, en el que al finalizar podrán obtener un certificado como Auxiliar de Enfermería. El curso inicio en noviembre del 2020 y tendrá una duración de un año, las clases son los viernes con una duración de 4 horas aproximadamente
Lulú, tiene 55 años, comenzó el trabajo sexual cuando tenía 22. Ella cuenta que desde que inicio la pandemia la crisis económica se vió más afectada en su vida porque expresa que tiene que laborar de 8 a 10 horas, a veces sin ningún día de descanso y sin comer en todo el día, comenta que otras compañeras cobran más barato e incluyen todos los servicios con tal de ganarse a los clientes, expresa "la pandemia esta bien cabrona y a veces no como en todo el día, pero prefiero cuidarme porque no me quiero contagiar de Covid-19, ni tampoco voy a arriesgarme a contraer alguna enfermedad". Tiene cinco hijos, los dos más chicos, de 18 y 19 años, aún dependen de ella, durante 8 años dejó el trabajo sexual y se dedicaba a un puesto de dulces en un triciclo, pero expresa que siempre la crisis económica le ha afectado y tiene que regresar a ofrecer el servicio para generar más ingresos. Lulú lleva un año tomando clases de Enfermería y desde que inicio el curso en Brigada Callejera cada viernes asiste a las clases y desea finalizar para dejar el trabajo sexual y dedicarse a la Enfermería, la cual "es muy bonita y te vuelves más humano", expresa
Lulú, tiene 55 años, comenzó el trabajo sexual cuando tenía 22. Ella cuenta que desde que inicio la pandemia la crisis económica se vió más afectada en su vida porque expresa que tiene que laborar de 8 a 10 horas, a veces sin ningún día de descanso y sin comer en todo el día, comenta que otras compañeras cobran más barato e incluyen todos los servicios con tal de ganarse a los clientes, expresa "la pandemia esta bien cabrona y a veces no como en todo el día, pero prefiero cuidarme porque no me quiero contagiar de Covid-19, ni tampoco voy a arriesgarme a contraer alguna enfermedad". Tiene cinco hijos, los dos más chicos, de 18 y 19 años, aún dependen de ella, durante 8 años dejó el trabajo sexual y se dedicaba a un puesto de dulces en un triciclo, pero expresa que siempre la crisis económica le ha afectado y tiene que regresar a ofrecer el servicio para generar más ingresos. Lulú lleva un año tomando clases de Enfermería y desde que inicio el curso en Brigada Callejera cada viernes asiste a las clases y desea finalizar para dejar el trabajo sexual y dedicarse a la Enfermería, la cual "es muy bonita y te vuelves más humano", expresa
Lulú, tiene 55 años, comenzó el trabajo sexual cuando tenía 22. Ella cuenta que desde que inicio la pandemia la crisis económica se vió más afectada en su vida porque expresa que tiene que laborar de 8 a 10 horas, a veces sin ningún día de descanso y sin comer en todo el día, comenta que otras compañeras cobran más barato e incluyen todos los servicios con tal de ganarse a los clientes, expresa "la pandemia esta bien cabrona y a veces no como en todo el día, pero prefiero cuidarme porque no me quiero contagiar de Covid-19, ni tampoco voy a arriesgarme a contraer alguna enfermedad". Tiene cinco hijos, los dos más chicos, de 18 y 19 años, aún dependen de ella, durante 8 años dejó el trabajo sexual y se dedicaba a un puesto de dulces en un triciclo, pero expresa que siempre la crisis económica le ha afectado y tiene que regresar a ofrecer el servicio para generar más ingresos. Lulú lleva un año tomando clases de Enfermería y desde que inicio el curso en Brigada Callejera cada viernes asiste a las clases y desea finalizar para dejar el trabajo sexual y dedicarse a la Enfermería, la cual "es muy bonita y te vuelves más humano", expresa.
Gabriela de 35 años, es madre soltera de dos niñas y mantiene a su mamá, hermana, sobrinos e hijas. Ella se había retirado porque formaba parte de la Comitiva Desayunador de la escuela de sus hijas, pero con los gastos escolares por las clases en línea, los ahorros que le duraron un mes aproximadamente no le alcanzaron y tuvo que regresar al trabajo sexual para obtener más dinero y pagar luz, celulares, internet y medicinas que ocupa su madre. Gabriela comenzó a ofrecer el servicio del trabajo sexual desde los 21 años, relata que ahora trabaja más horas que antes y a veces no gana lo suficiente a pesar de que esta de 8 a 10 horas esperando a los clientes. Ella forma parte del grupo de mujeres que toman clases de Enfermería en Brigada Callejera, expresa "El que quiere, puede" y desea finalizar el curso para poder obtener un certificado y encontrar un trabajo en el que pueda dedicarse a la Enfermería y tener un salario fijo
El manual "Coronasutra" ilustra las posiciones sexuales que representan un menor riesgo de contagio porque no hay contacto de cara a cara y las medidas de prevención para que las trabajadoras sexuales puedan seguir trabajando durante la pandemia a causa del Covid-19 y eviten contagios a causa de esta enfermedad
Gabriela de 35 años, es trabajadora sexual desde los 21 años, ella regresó al trabajo sexual por la crisis económica que causó la pandemia a causa del Covid-19
Gabriela de 35 años, es madre soltera de dos niñas y mantiene a su mamá, hermana, sobrinos e hijas. Ella se había retirado porque formaba parte de la Comitiva Desayunador de la escuela de sus hijas, pero con los gastos escolares por las clases en línea, los ahorros que le duraron un mes aproximadamente no le alcanzaron y tuvo que regresar al trabajo sexual para obtener más dinero y pagar luz, celulares, internet y medicinas que ocupa su madre. Gabriela comenzó a ofrecer el servicio del trabajo sexual desde los 21 años, relata que ahora trabaja más horas que antes y a veces no gana lo suficiente a pesar de que esta de 8 a 10 horas esperando a los clientes. Ella forma parte del grupo de mujeres que toman clases de Enfermería en Brigada Callejera, expresa "El que quiere, puede" y desea finalizar el curso para poder obtener un certificado y encontrar un trabajo en el que pueda dedicarse a la Enfermería y tener un salario fijo
Gabriela de 35 años, es madre soltera de dos niñas y mantiene a su mamá, hermana, sobrinos e hijas. Ella comenzó a ofrecer el servicio del trabajo sexual desde los 21 años, ahora trabaja más horas que antes y a veces no gana lo suficiente a pesar de que esta de 8 a 10 horas esperando a los clientes
Gabriela de 35 años, es madre soltera de dos niñas y mantiene a su mamá, hermana, sobrinos e hijas. Ella se había retirado porque formaba parte de la Comitiva Desayunador de la escuela de sus hijas, pero con los gastos escolares por las clases en línea, los ahorros que le duraron un mes aproximadamente no le alcanzaron y tuvo que regresar al trabajo sexual para obtener más dinero y pagar luz, celulares, internet y medicinas que ocupa su madre. Gabriela comenzó a ofrecer el servicio del trabajo sexual desde los 21 años, relata que ahora trabaja más horas que antes y a veces no gana lo suficiente a pesar de que esta de 8 a 10 horas esperando a los clientes. Ella forma parte del grupo de mujeres que toman clases de Enfermería en Brigada Callejera, expresa "El que quiere, puede" y desea finalizar el curso para poder obtener un certificado y encontrar un trabajo en el que pueda dedicarse a la Enfermería y tener un salario fijo
MONTERREY, NUEVO LEÓN, 19JUNIO2020.- Una de las áreas afectadas por restricciones que considera el sector salud derivadas de la pandemia por Covid-19 es el sexoservicio. En Nuevo León, no se tiene contemplada una fecha próxima que permita a las trabajadoras sexuales poder laborar, tal es el caso de “Isaac”, un transexual que desde hace diez años radica en la colonia Topo Chico en Monterrey, desde que era menor de edad se ha dedicado a la prostitución, al notar la falta de recursos económicos de su familia afirmando que no se debe tomar lo que no es de ellos y hacer que sucedan las cosas con sus propios medios, también estuvo presa durante cinco años en un reclusorio de la Ciudad de México por una injusticia al defenderse de un policía, indica. En 2011 se dedicó a ser promotora de salud que, entre otras cosas, llevaba condones a comunidades vulnerables en Tlaxcala, ahora cuida a su madre quien se encuentra enferma y en silla de ruedas por la amputación de una pierna. Platica sobre cómo su padre participó en el movimiento del 1968 en Tlatelolco y su madre sabe sobre abogacía y cómo e la actualidad han cambiado las cosas para su núcleo cercano. Se declara fanática de leer la Biblia, en especial de los salmos. A pesar que ha podido salir a trabajar esporádicamente, la situación económica por la que atraviesa es difícil y ha solicitado ayuda de la comunidad LGTB para poder montar un negocio. FOTO: GABRIELA PÉREZ MONTIEL / CUARTOSCURO.COM
MONTERREY, NUEVO LEÓN, 19JUNIO2020.- Una de las áreas afectadas por restricciones que considera el sector salud derivadas de la pandemia por Covid-19 es el sexoservicio. En Nuevo León, no se tiene contemplada una fecha próxima que permita a las trabajadoras sexuales poder laborar, tal es el caso de “Isaac”, un transexual que desde hace diez años radica en la colonia Topo Chico en Monterrey, desde que era menor de edad se ha dedicado a la prostitución, al notar la falta de recursos económicos de su familia afirmando que no se debe tomar lo que no es de ellos y hacer que sucedan las cosas con sus propios medios, también estuvo presa durante cinco años en un reclusorio de la Ciudad de México por una injusticia al defenderse de un policía, indica. En 2011 se dedicó a ser promotora de salud que, entre otras cosas, llevaba condones a comunidades vulnerables en Tlaxcala, ahora cuida a su madre quien se encuentra enferma y en silla de ruedas por la amputación de una pierna. Platica sobre cómo su padre participó en el movimiento del 1968 en Tlatelolco y su madre sabe sobre abogacía y cómo e la actualidad han cambiado las cosas para su núcleo cercano. Se declara fanática de leer la Biblia, en especial de los salmos. A pesar que ha podido salir a trabajar esporádicamente, la situación económica por la que atraviesa es difícil y ha solicitado ayuda de la comunidad LGTB para poder montar un negocio. FOTO: GABRIELA PÉREZ MONTIEL / CUARTOSCURO.COM
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