ZACATECAS, EN ÉXODO POR NARCOGUERRA

Texto y fotos por Pedro Anza
“Mataron a una persona de aquí, conocida, persona humilde, vivía del campo, lo traíamos trabajando de peón. Nos lo mataron acá enfrente de la iglesia, todo descuartizado y con un letrero”.
Juanita y su hermana Nena revisan las habitaciones de su casa abandonada. Hace un año que no venían a la ranchería Juana González, un poblado en la sierra, hogar de 12 familias y alrededor de 60 habitantes, que hoy está vacío.
Algunos pobladores, como Juanita y su hermana, aprovechan los recorridos de seguridad del Ejército, la Guardia Nacional y Policía Estatal para regresar a sus viviendas a llevarse algunas pertenencias y a quemar otras. Son 14 comunidades afectadas en la sierra; unas fueron abandonadas en su totalidad y en otras quedan pocos habitantes.
En Juana González, tras una serie de asesinatos a gente de la región, el 4 de marzo de 2021, Juanita y su familia, así como los demás habitantes del rancho, salieron huyendo. Hubo quienes se quedaron, entre ellos una pareja de ancianos, pero no tardaron más de dos meses en irse, a su vez, para buscar refugio en Jerez.
“Esto le va a pasar a los que apoyen al Cártel Jalisco [Nueva Generación]… atentamente Cártel de Sinaloa, esto sigue, pendejos, agárrense todos”.
Juanita muestra la foto en la galería de su celular, le tiembla la voz mientras lee las palabras escritas en la cartulina al lado del cuerpo descuartizado de José Luis Godoy. Ella tiene 42 años de edad y los ha vivido todos, excepto el último, en su pueblo. En la habitación que revisa, que era la suya, todo está tirado; fue saqueada, al igual que la cocina y el resto de las habitaciones, y como también fueron robadas las propiedades de sus vecinos.
“Vinieron de otros lugares, con otro acento. A veces, cuando llegaba uno a las tienditas, que parrandeaba uno ahí, llegaban ellos muy armados y muy todo, agarraban un refresco y hasta eso lo pagaban, pero pues uno no pensó que fueran a ser ofensivos”, cuenta otro poblador, un hombre de alrededor de 50 años que revisa la casa profanada de uno de sus vecinos que huyó a Estados Unidos.
“Aquí yo los empecé a ver en julio de 2020, todo lo que fueron esos seis meses, si había balaceras, había enfrentamientos entre ellos, nomas ahí uno no pensó que se fueran a meter con uno, ya el 4 de marzo fue cuando mataron aquí a un señor y a otro se lo llevaron de aquí del ranchito. De hecho, ahí junto a donde está la capilla, en seguidita ahí, lo sacaron de su casa y lo sacaron hasta la capilla, y ahí lo ejecutaron y se llevaron a otro muchacho también.
«De ahí se fueron a un poblado que se llama La Noria, ahí fueron y sacaron a otro señor que era mecánico, al señor y a su hijo también los mataron ese día, fue cuando dijimos ‘¿pues qué esta pasando?’. Todos nos fuimos, uno sin pensar que se fueran a meter a sus casas de uno, pasando el tiempo se empezó a saber”.
Los militares hacen rondines levantando nubes de polvo por los alrededor del poblado mientras los habitantes se apresuran a llevarse de sus casas aquello que aún tiene valor para ellos… intranquilos, como si intuyeran que tras las colinas los observaran los hombres que vinieron de lejos… desesperanzados, como si supieran que es la última vez que estarán ahí en mucho tiempo.
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