SOMBRAS EN EL PAISAJE

[slideshow_deploy id=’57009′] Por Ana Luisa Anza
En un parpadeo, la luz nos juega el truco y el paisaje se mueve no sólo para dar otra perspectiva, sino para crear diversas sensaciones. En una cierta hora, esa, específica e irrepetible, las sierras se vuelven marco de aquello por retratar pero también se transformen en el marco que todo lo contiene. En un punto exacto, la vereda se convierte en una invitación a entrar en mundos fantásticos o lo que pueda imaginarse cada uno.
Hay tanto que aprehender de esos paisajes espectaculares que habría que agradecerle a Roberto Ortiz Giacomán esa terquedad -¿la insistencia? ¿la pasión?- de seguir retratando la naturaleza, las sierras neoleonesas, la espectacularidad de sus formaciones, la manera en que miran hacia una ciudad que sigue creciendo, un poco a la deriva, un mucho sin importar que esa vista esté siendo ocultada por el concreto hecho en edificios de gran altura y el brillo de cientos de ventanas. Ojalá que quienes ahí habiten se dediquen a ver lo que ya no todos pueden.
Por eso es genial la oportunidad de ver a la naturaleza que mira hacia nosotros. Está ahí, en la recién inaugurada exposición «Sombras en el paisaje» -en una muestra clara de la interacción del ser humano con el espacio natural-, misma que estará abierta hasta el  23 de febrero de 2019 en la Fototeca Nuevo León del Centro de las Artes, en Monterrey.
Mediante 70 fotografías de diversos formatos realizadas en un periodo de 20 años, se resalta la conjunción que realiza el artista entre el montañismo y su profesión de fotógrafo. Así lo dijo Jorge García Murillo, director del Centro de las Artes, poco antes de la inauguración:
“Van a percatarse cómo ese amor por el montañismo y la naturaleza está plasmado; es un gran acierto combinar este deporte con el quehacer profesional… Con él vamos a la naturaleza, vamos a convivir en momentos, a veces zen y contemplativos, pero que también nos despierta la curiosidad sobre las montañas que nos rodean”.
La mayoría de las imágenes que integran la exposición fueron captadas en los alrededores de la ciudad de Monterrey, con lo que consigue plasmar el paisaje montañoso, fundamental en la construcción de identidad de los habitantes de la capital del estado. Pero en lugar de ver las montañas desde la ciudad, Roberto Ortiz Giacomán se cuestiona cómo éstas ven a la ciudad y a la actividad humana.
“Hay una primera capa de fotografías a color, que son de las primeras que hice, en las que se manifiesta el acto deportivo de alcanzar la cumbre. Acá, eso ya se transmuta y queda de lado, ya no hay actitud triunfalista de que puedo llegar ahí», comenta Ortiz Giacomán. «Lo relevante es invertir el punto de vista, ya no es el fotógrafo ni mucho menos el alpinista que está en la cumbre levantando la bandera, sino un mimetismo, presto los ojos a la montaña. Lo que trato de ver es cómo nos vemos ante la naturaleza, el reino mineral y vegetal, las especies de la región. Ellos son los protagonistas, por eso siempre están en primer plano”.
El curador Juan Antonio Molina eligió cuatro de las series del fotógrafo para unirlas en esta muestra que se distingue por una técnica exquisita con la que busca que cada pieza sea la expresión formal de una relación estética con la naturaleza:
“En primer lugar hemos buscado la presentación de la obra como proyección de la personalidad de un autor importante. Se complementa con la parte conceptual del proyecto, una reflexión sobre el paisaje como concepto y la manera en que se codifica, replantea y se representa. En este trabajo se puede apreciar lo que las montañas representan para el imaginario y la identidad de los habitantes de la ciudad de Monterrey”, explica.
Muy interesante es el ejercicio realizado por Ortiz Giacomán de tomar fotografías de autores como Eugenio Espino Barros, Alberto Flores Varela, Manuel M. López, Charles B. Waite, Jesús R. Sandoval, Arno Brehme y otros autores no identificados para contraponerlas con imágenes captadas por su lente muchos años después, desde una perspectiva similar para mostrar los cambios de la ciudad.
Además de las identificables imágenes de los paisajes cercanos a la ciudad de Monterrey, se incluyen en la muestra algunas obras realizadas en los volcanes Popocatépetl, Iztaccíhuatl y Pico de Orizaba, y una del Monte Mckinley, en Alaska.
La exposición, organizada por el Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León (Conarte) con el apoyo de la Secretaría de Cultura Federal, es una oportunidad de ver cómo el montañismo -una actividad que, por supuesto, requiere una conexión directa con la naturaleza- puede combinarse con la foto en una especie de relación de respeto mutuo lograda por el artista -originario de San Pedro, Coahuila, pero residente en Monterrey desde 1969-, quien es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA).
 
 

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