SEMANA SANTA TARAHUMARA, UNA TRADICIÓN QUE ES TAMBIÉN ESPECTÁCULO

Texto y fotos por Adriana Balderrama
La comunidad Tarahumara celebra la tradición religiosa de la Semana Santa entre colores y danzas, y bajo el incesante sonido de los tambores que alaban a Onorúame-Eyerúame (Dios padre y madre). Desde las guardias en el interior del templo, la pintura y la danza de los pascoleros, hasta la muerte de Judas.
Los festejos inician el Domingo de Ramos y concluyen el Domingo de Resurrección con la quema del Judas, y coincide con el inicio de un nuevo ciclo agrícola.

Comienza al caer la tarde cuando están todos reunidos para la quema del cerro. Los pintos suben al lugar caminando y danzando en doble fila, al ritmo del tambor, hasta llegar a la cima, donde reúnen ramas y troncos secos para crear la fogata.

Durante el día va llegando gente de las rancherías para incorporarse a la celebración.

Los dos bandos, tanto los pintos como los fariseos, danzan día y noche durante la celebración, lo que simboliza la lucha entre el bien y el mal; una pelea entre Dios y el diablo.

El tesgüino es una bebida alcohólica elaborada con maíz fermentado, propia de los Tarahumaras, la cual elaboran para degustar durante la ceremonia privada de pintar a los danzantes, «los pascoleros». Son dos personas las encargadas de hacerlo. La pintura es piedra caliza disuelta en agua y forma una serie de líneas y puntos rojos. A esta danza se le llama El pascol.

Los danzantes pasan a través de un arco de madera, adornado con ramas verdes de pino, en un ir y venir al son de los tambores.

Llegando a Norogachi, los capitanes que acompañan a cada grupo de danza se transforman en soldados, identificados con un penacho de plumas de guajolote.

Al finalizar una de las ceremonias inicia la procesión al cementerio, el cual se encuentra a unos 700 metros, aproximadamente, de la iglesia. Esta procesión se va por un camino distinto, en la cual se lleva tumbado el cuerpo de Jesús, envuelto en una cobija.

En este cementerio, los pintos y fariseos dejan de danzar. Un sacerdote regala un breve sermón. Mientras tanto, el cuerpo de Cristo yace sobre el suelo para luego ser recogido entre dos soldados.

Una vez que los pascoleros y acompañantes salen de la iglesia, con violín y tambor, bailan frente al Judas que los pintos colocan cerca del templo; finalizan pinchando numerosas veces al Judas e incendiándolo, haciendo gestos de burlas y risas entre todos los asistentes.

La semana santa en Norogachi no sólo es una fiesta religiosa, sino también un espectáculo.

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