PIERRE VERGER. CON LOS PIES EN LA TIERRA

La exposición Con los Pies en la Tierra del francés Pierre Verger analiza la visión que el fotógrafo francés tuvo y plasmó de las fiestas, los rostros y la vida rural de México en 1937, 1939 y 1957. Su mirada antropológica , su interés por la etnología y la religión marcaron la memoria histórica de la identidad cultural mexicana de aquella época.
Fue en el otoño de 1936, cuando Pierre Verger (1902–1996) inició en Veracruz la primera de sus visitas a México. Estaba equipado con su cámara Rolleiflex 120 y poseía una carta de presentación escrita por el antropólogo Paul Rivet, la cual “pretendía certificar, ante quien se interesara en saberlo, que tenía la encomienda de realizar fotos de tipo etnográfico”.

Tras aquel viaje iniciático, el fotógrafo francés volvió a nuestro país en 1939 y 1957, para retratar las ciudades y la arquitectura, pero en mayor medida las festividades, así como los rostros y la vida rural de un territorio que se transformaba vertiginosamente.

De los más de cinco mil negativos, producto de esos tres recorridos, una selección de 188 imágenes se exhibirá en la exposición temporal Pierre Verger en México. Con los pies en la tierra, que se presentará del 28 de junio al 29 de septiembre en el Museo Nacional de Antropología (MNA), del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

La exposición cerrará en la Ciudad de México un periplo de dos años, que ha hecho escalas en Guadalajara, Veracruz, Oaxaca y Monterrey e incluye un video introductorio y una proyección monumental sobre las fiestas y danzas que el fotógrafo francés documentó, se divide en tres núcleos: el primero, denominado “La línea general”, brinda una aproximación a la manera en que Verger comprendió y retrató el paisaje urbano, el patrimonio arqueológico y las ceremonias de la vida rural mexicana. En esta sección se aprecian imágenes como las tituladas: Canoa sobre el río Lerma, en la cual se aprecia a un campesino que surca un paisaje hoy inexistente, o el retrato Juchiteca durante una corrida de toros.

El segundo núcleo, “Días de guardar”, muestra una selección de imágenes —tomadas de los tres citados viajes— que retratan las vestimentas, los simbolismos y las memorias generacionales que subyacen en numerosas danzas indígenas, la mayoría de ellas de carácter religioso.

Las fotos de este módulo corresponden, principalmente, al primer viaje de Verger, ya que fue durante los primeros meses de 1937, cuando atado al calendario religioso y agrícola, salió de la Ciudad de México para retratar, a finales de enero, la fiesta patronal de Cuilapam, Guerrero, en honor a Santiago Apóstol.

Luego documentó la fiesta de san Martín Caballero, en Huixquilucan, Estado de México; en Michoacán recogió las celebraciones en honor al Señor del Rescate, que ocurren en Zitácuaro y Tzintzuntzan, un día antes del Miércoles de Ceniza; presenció también el carnaval de Huejotzingo, en Puebla, lo mismo que las tradicionales representaciones de Semana Santa, en Iztapalapa, entre un sinfín de manifestaciones.

Aquella fue una temporada que Verger vivió a salto de mata, ya que del campo regresaba a la Ciudad de México, únicamente para trazar los itinerarios de sus próximas sesiones, avituallarse y definir tanto rutas como transportes.

El último módulo, “Recuerdos de la utopía rural”, recoge mayormente instantáneas y retratos de la tercera visita de Verger a México, ocurrida entre el 9 de julio y el 3 de septiembre de 1957, cuando ya era un antropólogo consolidado y en la que dedicó más tiempo a las imágenes urbanas y el retrato de sus colegas y allegados.

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