OJOS QUE PARIERON PAISAJES. 110 AÑOS DE GABRIEL FIGUEROA

Por Anasella Acosta
Hace ciento diez años, Gabriel Figueroa miraba por primera vez la luz, esa que pobló su visión de belleza y que lo llevó a develar el actuar del hombre en un discurrir de cielos, nubes, montañas, valles e interiores que existieron gracias a los pequeños reductos por los que se traslucían el sol o la luna.
Figueroa nació el 24 de abril de 1907. Como fotógrafo-cineasta, su mirada peculiar dotó al cine mexicano de perspectivas originales y descubrimientos de paisajes mexicanos que de otra forma hubiera sido imposible mirar en toda su belleza.
Tanto en interiores como en exteriores, la peculiar concepción de la luz de Figueroa impregnaba cada escena de una fuerte carga significativa.
Figueroa se confesaba influido por las perspectivas interiores del arte alemán y las exteriores del arte ruso, influencias que le sirvieron para desarrollar en el cine su fascinación por el paisaje mexicano.
La mirada de Figueroa contribuyó en gran medida al encumbramiento de la Época de Oro del Cine Mexicano. Su trabajo con cineastas como Luis Buñuel , John Ford y Emilio «El Indio» Fernández es una referencia obligada en la historia de la filmografía mexicana.
Una de las primeras películas que lo dejó satisfecho, según él mismo contaba, fue La noche de los mayas, en la que trabajó con el director Chano Urueta en 1939.
La singularidad de estilo que imprimía en cada película dio la grandeza a largometrajes como Allá en el rancho grande (1936),  Distinto amanecer (1943), Pueblerina (1948), Los olvidados (1950) o Macario (1959). Figueroa realizó la fotografía para más de 200 películas.
Aunada a su labor creativa y entrega estaba su convicción política: nunca trabajó en España durante la dictadura de Francisco Franco y apoyó a los cineastas y guionistas estadounidenses perseguidos por la caza de brujas macartista, lo que le impidió trabajar en Estados Unidos, aunque participó en películas de producción gringa en México.
Gabriel Figueroa Flores, hijo de don Gabriel, lo recuerda siempre, pues siempre ha estado trabajando con su obra. El recuerdo, dice, se va modificando con el paso de los días. olvidas posibles desavenencias y valoras más otras cosas.
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