Francisco Goitia. Obsesión en soledad

Por Sofía Gamboa
Francisco Goitia es reconocido dentro de los diez pintores mexicanos más importantes de la primera mitad del siglo XX por el crítico e historiador Jorge Alberto Manrique. Esto se debe, en primer lugar, a que Goitia es el primer pintor que lleva al lienzo el tema de la revolución como imagen en sí misma; es decir, representativa de las circunstancias que se vivieron en aquella época, lo lleva a cabo desde el primer plano de la batalla y no como contexto o fantasía accesorios de una pintura con artificiosas pretensiones nacionalistas.
En segundo lugar porque en aquellas décadas la Escuela Mexicana de Pintura monopoliza la mayoría de los temas artísticos, y el contenido de la obra goitiana, sin haberlo pretendido de forma manifiesta, quedó inmerso en ella, característica que fue públicamente aplaudida por Rivera desde los años treinta y, más tarde, por la mayoría de la comunidad artística.
Además, la influencia plástica de Goitia en la elección y tratamiento de las imágenes es notoriamente observable en algunas obras de sus contemporáneos, como por ejemplo Orozco.
Las tres primeras biografías escritas sobre el pintor(1)  presentan gran incongruencia entre las fechas de algunos datos, principalmente en cuanto a la creación de algunas piezas como La Bruja o Caballo famélico. Todas estas inconsistencias en cuanto a la vida y obra del artista se deben, en cierta medida, a que parten de la idealización de su extravagante personalidad; de modo que fueron creadas leyendas acerca de la elaboración de sus obras así como de la misma vida del personaje, constituido ya como un mito mexicano.
El fuerte magnetismo de la personalidad de Goitia lo ha hecho pasar a la historia del arte como uno de los más interesantes pintores mexicanos, y la excentricidad de su vida inspiró el tema para un largometraje cuyas ventas persisten hasta hoy.
Es indudable que la imagen del personaje ha imperado sobre la del pintor, debido a su enigmático carácter y a las extrañas circunstancias que acompañaron varios acontecimientos de su existencia.
La singular manera en la que el artista se conducía fue siempre extraña y hasta chocante para sus contemporáneos por su obstinado ensimismamiento. Poseedor de un temperamento y sensibilidad peculiares, vivió siempre convencido de su postura ante la existencia y se condujo a sí mismo por el camino que trazó hasta su muerte.
En las biografías hechas sobre el pintor usualmente se le describe como el “Franciscano pintor”, “Francisco de Asís Goitia” o “El católico pintor”. Se le atribuye un carácter piadoso, noble, humilde, taciturno y afable; aunque algunas veces testarudo. Según la tradición, no se dejó arrebatar jamás por la ira, la impaciencia o la intolerancia; suele pensarse románticamente en él como un anacoreta o ermitaño.
Ciertamente, Goitia fue especial y vivió con la convicción de serlo, se negó a llevar la vida convencional de sus colegas o contemporáneos y se empeñó en ser fiel a sus creencias hasta el final de sus días, de ahí que surja la pregunta: ¿Fue él mismo su obra maestra?
La vida de Francisco Goitia está totalmente ligada a su obra, pues representa un encuentro consigo mismo a través de la pintura. La búsqueda de su propia identidad en las imágenes que plasmó muestra sus más profundos temores, angustias y ansiedades. Tata Jesucristo, su obra maestra y la cúspide de su búsqueda como pintor, representa el grito más desesperado de un espíritu atormentado que finalmente es escuchado por Dios, el único, según él, de quien se puede recibir el sosiego y la armonía con el mundo.
Los célebres autorretratos del pintor corresponden a los últimos años de su vida y muestran la madurez y serenidad de un temperamento afligido por una verdad que finalmente es revelada en su propio interior; es dentro de sí mismo donde finaliza esa agotadora búsqueda y es únicamente entonces cuando puede descansar en paz o dejarse morir, como piensa el profesor José Farías Galindo, quien permaneció junto a él hasta su último aliento de vida:
Tengo la plena seguridad que el pintor Goitia estaba muerto dos semanas antes de que se conociera la triste noticia. Muerte efímera y vida espiritual plena, ¡sí, dos semanas antes! ya que en ese lapso la vida se había entregado a la naturaleza en toda su plenitud. A toda hora estaba contemplando el cielo y medio ambiente atmosférico. No quería saber nada de los hombres; como que le era indiferente el mundo que le rodeaba; las palabras huecas humanas(2).
Francisco Goitia tuvo plena conciencia de que sus pinturas no son objetos decorativos, son el testimonio de una parte del México que conoció íntimamente y del que supo abstraer su más pura esencia. La mayoría de su trabajo son expresivas piezas que transmiten algo y ese “algo” es una señal trascendentalmente humana.
(1)  Luna Arroyo Antonio, Francisco Goitia Total, UNAM, 2ª Edición 1987; Neuvillate Alfonso de, Francisco Goitia, Precursor de la Escuela Mexicana, UNAM, 1964 y Farias Galindo José, Goitia…(su muerte), Instituto Mexicano de Cultura, 1972
(2)  Farias Galindo José, Goitia…(su muerte), Instituto Mexicano de Cultura, 1972, p. 75

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Un comentario

  1. Manos mágicas Al maestro Goitia Por Efrén Romero Acuña. Director del Centro de Estudios Históricos de Xochimilco Cuento con video clip de su historia grafica.
    Manos mágicas que hábilmente fluyen
    Guiando el pincel servil y educado
    Sobre el lienzo desierto desolado,
    Donde miles de edenes se construyen.
    Los colores como armoniosas notas
    Se prenden en el papel pautado
    Dando vida que con vaivén pausado,
    en sinfonías los matices brotan.
    Sólo encontrar con su estilo, es la premisa,
    Que le dicta su mente apasionada,
    Satisfacer a través de la mirada.
    el corazón enamorado del artista.
    En sus lienzos se esconde la impotencia,
    Del que mira a su patria ensangrentada,
    Y que en crítica furiosa.. descarnada
    Pinta ahorcados como huella de conciencia.
    Sobre el basurero el pintor hereda
    En un cuadro profético que intuye
    El presente que por doquier destruye
    la belleza sublime de mi tierra.
    Pintor del paisaje campirano
    Y de los rostros hermosos de mujeres
    Que con el marco del rebozo quieres
    Transmutar el paisaje con lo humano.
    Te retratas con el pelo alborotado
    con la mano sobre el pecho henchido
    Fiel mensaje del amoroso amigo
    Que estará para siempre de tu lado.
    Canto al hombre que plasmara con sus huellas
    el ejemplo de gran tenacidad
    del maestro que vestido de humildad
    es orgullo de Xochimilco y Zacatecas.

  2. La vez que visité el museo, hace ya 10 años, había muy poca obra del maestro, además el guía dijo que vivió en la miseria sus últimos años, ¿Es verdad?, por lo demás, su artículo es el que más información confiable me parece. gracias.

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