Fotoseptiembre en San Ildefonso
Anasella Acosta
En septiembre, mes en el que la fotografía se viste de gala en México, pues por décima ocasión tiene lugar el festival de foto más importante en la región, el Colegio de San Ildefonso de la Universidad Nacional Autónoma de México, inaugura a las 20:00 horas, tres exposición que, como sus curadores y en algunos casos autores mismos lo señalan, son arqueología de la propia fotografía, ya que van desde la vanguardia fotográfica con tres representantes que son piedra colosal en México: Manuel Álvarez Bravo, Agustín Jiménez y Manuel Márquez Romay, pasando por el modernismo brasileño de posguerra, y culminando con el peculiar lenguaje visual de Gerardo Suter que suma a la fotografía: espacio, sonoridad, imagen en movimiento y soporte de la imagen fija como parte de un discurso integral.
Sol y sombras
La exposición Sol y sombras de la fotografía moderna mexicana, primera que se sugiere recorrer al visitante, fue curada por Ernesto Peñaloza, quien en un recorrido con la prensa se refirió a la intención de establecer un diálogo entre los tres fotógrafos: Álvarez Bravo, Jiménez y Márquez Romay. Por ello, dijo la curaduría responde más que a cuestiones cronológicas a relaciones temáticas, de objetos y de formas.
Peñaloza mencionó la búsqueda de elementos identitarios y nacionalistas por parte de estos tres fotógrafos, en coincidencia con los artistas de su época. Así es como Peñaloza puso a dialogar las imágenes de los tres en torno a las espinas, las flores, la lucha social, la muerte, la vida, los reflejos, la sombra, la arquitectura.
En la parte de lucha social, por ejemplo, se exhibe Obrero asesinado (1934) de Álvarez Bravo, Campesinos (1934) de Jiménez y Día de pago (1931) de Márquez Romay.
Esta muestra incluye iconos de los fotógrafos pero también imágenes inéditas como La valentina (1935), foto de Márquez Romay que se exhibe por primera vez, o bien Mujer con esfera (1920), desnudo femenino captada por Agustín Jiménez.
Destaca la exhibición de la pieza con la que Manuel Álvarez Bravo ganó el concurso organizado por cementos Tolteca en 1931, y con la que Agustín Jiménez obtuvo el segundo lugar en ese mismo concurso. Este evento, en el que Diego Rivera fue parte del jurado, “fue el punto de arranque de la foto moderna”, agregó el curador, pues a partir de ese momento las formas y las texturas son motivo para generar una imagen fotográfica más allá de los motivos tradicionales.
El curador también se refirió a la ausencia de dos fotógrafos clave dentro de este grupo: Emilio Amero y Lola Álvarez Bravo. Del primero explicó que toda su obra se encuentra fuera del país lo que imposibilitó incluirlo, y sobre la segunda recordó que que se le dedicará una exposición de forma individual dentro de este mismo festival de fotografía, que podrá verse a partir del 20 de octubre.
Moderna para siempre
En esta décima edición de Fotoseptiembre, el invitado de honor es Brasil, en correspondencia a ello, el Colegio de San Ildefonso presenta Moderna para siempre, curada por el brasileño Iata Cannabrava, quien destacó el origen de esta producción en los fotoclubes, espacios donde se reunían los fotógrafos para discutir proyectos y pautas a trabajar, con la cualidad de que también salían juntos a fotografiar.
Cuando el fotoclub comenzó a menguar despuntó la “escuela paulista” que construyó un discurso al final de las dos guerras, a partir del 45, que consistía en negarse a discutir el drama y lo humano, explicó Cannabrava; en cambio, discuten la forma, sin que ello dejé de ser una actitud política, y se manifiestan en pro de la libertad de crear independientemente del asunto y tema; valorizan “la forma y la subjetividad absoluta y total”.
La curaduría se realizó en grupos no cronológicos sino correspondientes al juego de las formas, cualidad de esta corriente fotográfica.
El curador estableció un paralelismo de esta producción carioca con la foto subjetiva alemana, que busca retratar la posguerra pero no de forma documental, sino transgrediendo esa obligación, y tendiendo más a la investigación y a la forma. En ese sentido, un fotógrafo brasileño como Tomaz Farkas pasa de su preocupación social a un trabajo más modernista. Con el modernismo mexicano difieren completamente pues en Brasil la mayoría de los productores son emigrantes recientes, que no comparten una identidad, sino múltiples.
Otra ejemplo es el de German Lorca quien sobrevivió por más tiempo dentro de esta corriente modernista, o el de José Yalenti ya hacia el declive de esta forma de hacer.
Las piezas que se exhiben en esta muestra, en total 86, pertenecen a la colección Itaú de Brasil
DF Penúltima Región
La penúltima región, que es la ciudad de México pero que podría ser muy bien cualquier urbe de nuestro tiempo, no es la última porque, ésta siempre va a prometer, una última región, que tal vez no se alcanzará, así lo explicó Ery Camara, curador de la exposición del fotógrafo argentino Gerardo Suter DF Penúltima región, en la que el artista confirma y ahonda la exploración de los espacios como parte fundamental e integral de sus exhibiciones fotográficas.
Suter, instalado más allá de la tradicional exhibición fotográfica, declaró: “más que las fotografías se trata de reconstruir un espacio, proponer un viaje distinto por la penúltima región de la ciudad de México, ciudad hecha a partir de capas sobre capas, que se destruyen y construyen, desde el Templo Mayor hasta la parte más alta de un edificio. Se trata de construir una narrativa espacial y vivencial, donde las imágenes ayudan a crear ese espacio envolvente”.
El curador se refirió al reto de instalar la exposición, cuya cualidad es la versatilidad y experimentación con varios soportes; foto sobre papel, yeso, sobre, plomo, lona, acrílico; “variantes de percepción que se suman a los propios cambios de la ciudad”, dijo.
Suter explicó que los soportes y los formatos juegan una relación con lo que se está representando. De ahí que haya, por ejemplo, materiales como el plomo, sobre el que se imprime un paisaje de la ciudad, que refiere lo que los habitantes de la ciudad respiran. Así se establece una relación conceptual-material y dimensional de las imágenes y lo que se presenta en cada una.
La muestra arranca con un video que incluye los primeros 7 segundos captadas tras el terremoto de 1985, con pista sonora de Ana Lara y alternando con las primeras líneas que el fallecido Carlos Monsiváis escribió luego del desastre natural en la capital.
En las imágenes la constante es la presencia de neblina, una imagen no definida, a veces superposiciones, en las que Suter ha imaginado poéticamente una región que ya ha agotada capas superiores ,inferiores y laterales, entonces se superpone. Los ambientes grises en las imágenes, el espacio y la sonoridad insertan al visitante en una ciudad fría, carente de color, y en antítesis a la región transperente de Alfonso Reyes, y en una todavía más compleja que la narrada por Carlos Fuentes.
Otras de las cualidades es que a lo largo de la exhibición crecen las dimensión de las imágenes, hasta lograr la inserción completa del visitante en esta penúltima región, en este discurso espacial y visual.
Este martes a las 18:00 horas, los curadores Ernesto Peñaloza, y el fotógrafos Gerardo Suter darán una charla en torno a la exposición, posteriormente, a las 20:00 horas será inaugurado el recorrido por las salas. Estas muestras concluyen el domingo 15 de enero.
ok, son fotos de grandes maestros de la camara superbien