El general sabe que el poder militar no lo es todo: Berumen.


Anasella Acosta
Francisco Villa tenía mucho aprecio por la gente culta, por las personas que sabían lo que él no, y comprendía que el poder militar no lo es todo. Esta es una de las cualidades de Doroteo Arango -además de las razones históricas-, que sedujo al historiador Migue Ángel Berumen, quien recientemente publicó la reedición de Pancho Villa. La construcción de un mito (Coedición: Océano y Cuadro x Cuadro).
Nuevas fotografías, una cronología de hechos y un capítulo que cuenta la historia de la imagen más publicada del Centauro del Norte son algunos de los agregados a esta segunda edición.
Editada por primera vez en 2005 esta investigación es resultado de una iniciativa colectiva por recuperar la historia regional de Ciudad Juárez, proponer lecturas más serias y profundas y toparse con nuevos hallazgos ante lo que pareciera sobradamente dicho.
En entrevista con Cuartoscuro el historiador, oriundo de Ciudad Juárez, comentó que la idea de contar la historia del surgimiento del mito de Villa nace ante su presencia reiterativa en la investigación que antecedió a su libro y que se centró en la toma de Ciudad Juárez en 1911 y su impacto en la revolución maderista, cuando Villa era coronel del Ejército Libertador al mando de Pascual Orozco.
Para Berumen la presencia de Villa en periódicos y revistas nacionales y extranjeros e, incluso, en el cine estadunidense, tiene como antecedente la consciencia de Madero sobre la importancia de los medios de comunicación en un movimiento político, aunque el villismo, de acuerdo con las investigaciones realizadas por Berumen, no es un movimiento mediático; “Villa no era producto de los medios”, hubiera triunfado sin fotografías o cine, de hecho a principio del siglo pasado los medios desdeñaban el valor de la fotografía como documento histórico, su uso respondía más a una ilustración que a una intención.
Lo cierto fue el papel protagónico de la región en la carrera político-militar de Villa, a partir de lo cual el investigador propone una historia del personaje partiendo de la versión de los fotógrafos que lo retrataron.
Para leer las fotografías, Berumen echó mano de una metodología que establece cuatro preguntas: quién aparece en la imagen, dónde y cuándo se tomó, y quién tomó la fotografía (si se puede). “A partir de estos lineamientos se abordó las imágenes, no porque digan más que mil palabras, una fotografía no dice nada si no sabes leerla, como cualquier documento.
“Para nadie es un secreto que vivimos en una sociedad imbuida en las imágenes, en la que por cierto todo mundo se cree experto para leerlas, creo que en realidad nos tragamos las imágenes como vienen, no las digerimos. En ese sentido, también era una propuesta para leer la figura de un personaje histórico muy utilizada a través de un lenguaje que es contemporáneo, como la fotografía y el cine”.
El historiador apunta tres cualidades que hacen exitosa a una fotografía: las virtudes de las foto, las circunstancias políticas y la manera cómo se difunde, a partir de ello determina el éxito de varias fotografías que retratan a Villa.
Una de ellas, las más famosa –apuntó Berumen- se toma en enero de 1914 y para noviembre 1913 y varios periódicos llaman a Villa el Centauro del Norte, aún así la foto, publicada pocas semanas después de su toma, tiene virtudes estéticas, y luego de su publicación se puede determinar una incidencia en los imaginarios y en las opiniones inmediatas. En lo que se refiere a las circunstancia política que rodeo esta foto, Villa es el líder de la Revolución constitucionalista, aunque Carranza lo sea políticamente; Villa es la esperanza del país para derrotar a Huerta; las virtudes de Villa -insiste el investigador- son reales, como la toma de Ciudad Juárez, en noviembre de 1911; la batalla de Tierra Blanca, en noviembre del 13, y la posterior de Ojinaga, con la que toma por completo el estado, una de las aduanas más importantes del país.
“Es un hombre que esta pasando por su mejor momento y además está preparando las campañas para Torreón y Zacatecas, en ese entonces no se sabe si saldrá triunfador o no, pero eso no sólo lo ven en México, sino en Estado Unidos, al grado que una de las compañías más grandes de cine le ofrece dos contratos; el primero para filmar sus batallas en exclusiva y el segundo para filmar una película con un guión sobre su vida”.
A pesar de esto, Berumen no duda en afirmar que el mito de Villa hubiera existido aún sin fotografías: “Tuvo muchas fotografías pero tampoco es el hombre más fotografiado de la Revolución, como muchos piensan, Villa está por debajo de las fotos que hemos encontrado -en archivos y publicadas- de Carranza, Obregón y Pablo González; en primer lugar encontramos a Pablo González, quitando las fotos de Carranza y Obregón como presidentes de la República. Ellos fueron más retratatados que Villa y no son recordados como un mito.
“La fotografía es un poder que está asociado a un personaje. Zapata tuvo el cinco por ciento de fotografías en comparación con Villa, y es un personaje vivo en la historia de México, e incluso fuera, y la misma suerte hubiera corrido Villa, porque representa y seguirá representando la bandera de muchos movimientos sociales y disputas locales, como Zapata, tengas o no tengas fotos. Basta con una, no tienes que tomarle tantas. En el caso de Zapata era muy complicado porque él estableció una guerra de guerrillas, a diferencia de la División del Norte que era una guerra frontal, tradicional con el Ejército Federal.”
Villa aprecia la cultura, sabe que el poder militar no lo es todo
¿Cuál es tu lectura general sobre Pancho Villa, luego de navegar en este mar de imágenes?
–Como investigador tienes que mantener cierta distancia, y esa distancia me ayudó a ver un personaje con el cual simpatizó; es como los santos: pecadores y redimidos. Es un hombre que viene del bandolerismo, que está fuera de la ley y es capaz de oír las voces de Abraham González y la de Madero, quienes lo redimen y lo incorporan a una causa justa para incorporar su fuerza, habilidades militares y capacidad de organización.
“Es como imaginar un delincuente actual, un bandolero, no sé si un narco llegaría a tanto, pero que fuera redimido por un luchador social y se convirtiera a esa causa que busca resarcir los derechos violados de las personas.
“Villa es un hombre analfabeta, inculto, representa a la mayoría de los mexicanos de ese momento y se convierte en su líder, ¿cómo proviniendo de la clase más baja, no comparable con Zapata, es aceptado por los suyos? Claro que tiene cualidades que ellos no.
“Siempre está tratando de acercarse con personas más capaces que él, está consciente de todas sus limitaciones, tan consciente que me parece que esa es la razón de que permanezca aliado a Carranza. Sus habilidades políticas son nulas, cualquier otro transformaría su poder militar en político, Villa no puede. Posteriormente llegaran a él consejeros, entre ellos un militar experimentado como Felipe Ángeles, Villa apreciará sus cualidades humanísticas, toda su cultura.
“Francisco Villa tiene mucho aprecio por la gente culta, por la gente que sabe lo que él no. Sabe que el poder militar no lo es todo, eso me parece fantástico porque no es común encontrarlo. Él tiene un gran aprecio por la educación; en sus últimos discursos y entrevistas siempre habla a favor de ésta y dice que un maestro deberá ganar más, o por lo menos, igual que un general. Este personaje da vuelcos en su vida y es, por lo tanto, impredecible. Me parece un personaje digno de respeto”.

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