CRISIS EN VENEZUELA

Por Carolina Romero
Ronaldo Schemidt estaba envuelto en una bola de fuego que lo abrazaba por la espalda. Sintió el calor, escuchó un estallido y, casi por instinto, levantó su cámara y comenzó a disparar aunque todavía no sabía lo que estaba fotografiando.
Fue así como el fotógrafo de Agence France-Presse (AFP) captó la escena en la que José Víctor Salazar, de 28 años, se incendiaba tras la explosión de una motocicleta de la Guardia Nacional durante una manifestación en Caracas, Venezuela, y cuya imagen se convirtió en la Mejor Foto del Año del certamen World Press Photo 2018.
Era 3 de mayo de 2017. Había sido un año violento y lleno de protestas en contra del gobierno del presidente Nicolás Maduro. Para poder trabajar, los fotógrafos tenían que usar un chaleco antibalas de 12 kilos, un casco de kembler y una máscara anti gas que debían portar todo el tiempo. Antes de salir de la oficina, Ronaldo les dijo a sus compañeros, como siempre solía hacerlo, “vamos y volvemos”.
La manifestación era tan grande que se dividió en dos grandes avenidas. El contingente con el que se movía Ronaldo fue sometido por la policía así que la protesta terminó de manera abrupta y el fotógrafo decidió regresar a su oficina.
Sin embargo, tras dar unos cuantos pasos, justo al llegar a una esquina, observó a un grupo de personas corriendo desesperado. Había dos vehículos blindados en medio de la calle, una moto de la guardia nacional, que es el cuerpo de control militar antimotines, con dos guardias tirados en el piso y los manifestantes intentando arrancar la puerta de uno de los vehículos.
Caían infinidad de bombas molotov. Uno de los autos aceleró y le pasó por encima a cinco o seis muchachos. “Yo estaba ahí, vi que el vehículo blindado venía y corrí. Cuando el vehículo regresó, arrastró la moto y la dejó en el medio de la calle. Se llevaron a los heridos, pero la moto se quedó ahí”, narró el fotógrafo.
Aquello se convirtió en una celebración. Los manifestantes brincaban alrededor de la moto, ondeaban sus banderas y festejaban que se habían quedado con un símbolo de la opresión y la violencia.
“Yo me quedo con ellos pensando que la guardia nacional iba a lograr recuperar esa moto. Yo sabía que algo iba a pasar porque había sido una cadena de eventos muy fuerte”.
Uno de los jóvenes le lanzó una bomba a la moto. Se incendió unos minutos, pero no pasaba nada. Ronaldo pensó irse al ver el peligro de que la motocicleta explotara. Hizo unas fotos, se dio la vuelta y comenzó a caminar.
Detrás suyo, otro manifestante golpeó y rompió el tanque de gasolina con un tubo. El calor envolvió a Ronaldo, quien persiguió con su cámara a un joven que había sido bañado por el fuego. Lo fotografió sin parar durante los 14 segundos que duró el incidente.
“Cuando revisé lo que tenía, me quedé impresionado. Fue un accidente en una manifestación. En la oficina, me pasó de todo por la cabeza. Si me hubiera quedado ahí, me pude haber quemado yo. Si no hubiera caminado, estuviera quemado. Si no me hubiera dado la espalda, me hubiera quemado”.
Para Ronaldo, su imagen Crisis en Venezuela fue una noticia del momento. Al día siguiente, se levantó y siguió cubriendo los eventos violentos de su país. No obstante, en el quedó la reflexión que representa su imagen. “Es una contradicción recibir felicitaciones, pero saber que es muy horrible la historia detrás, lo que tuvo que pasar para haber llegado a eso”, comentó.
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